El origen de la idea de inclusión se sitúa en el foro internacional de la UNESCO, que marcó pautas en el campo educativo en el evento celebrado en Jomtien en Tailandia 1990, donde se promovió la idea de una Educación para todos, que ofreciera satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje, al tiempo que desarrollara el bienestar individual y social de todas las personas dentro del sistema de educación formal.
En la conferencia internacional
de 1994 que concluye con la llamada Declaración de «Salamanca», se produce una
amplia adscripción a esta idea entre los delegados y se propone impartir la
enseñanza a todos los niños, jóvenes y adultos, con y sin necesidades
educativas especiales dentro un mismo sistema común de educación. La resolución
de Salamanca generaliza la inclusión como principio central que ha de guiar la
política y la práctica de la construcción de una educación para todos.
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